¿Qué pasa en una sesión de Empoderamiento con Caballos®?

 

Cora

Estoy super emocionada porque estoy cumpliendo tres sueños:

1. Estoy juntando a todos los facilitadores a nivel mundial en un gran congreso virtual el 20 & 21 de Noviembre del 2021; Haz clic acá para leer más… 

2. Estoy publicando todos mis libros en Amazon

3. Estoy construyendo mi casa en el sitio donde vive mi manada – por fin!!!

Relatos de la Manada libro por Christina Marz

Uno de los libros que estoy publicando son los Relatos de la Manada. Quizás ya has escuchado de ellas, los he escrito hace un buen rato y ahora están en Amazon! Estoy muy orgullosa, me ha costado harto trabajo y ahora estoy enfocada en traducirlas al inglés e alemán. 

En los Relatos de la Manada te estoy contando del trabajo con caballos en sesiones de coaching o sanación y te doy más información por qué funciona como funciona. Algunas de las sesiones son muy impactantes, y llenas de emoción visible. En otras tienes que escuchar con el corazón para entender que pasó. El Relato de Kiseki es uno de ellos. 

Te lo voy a leer... Relato de la Manada 2: Kiseki

 

Sebastián no tiene un tema en particular que quisiera compartir conmigo. Quizás, ni quiera hacer un trabajo personal, pero tiene un gran deseo de entender la magia del coaching con caballos, y escoge a Kiseki, la yegua madrina, sabia, grande y dócil.

Cuando no se tiene el hilo temático, se proponen actividades sencillas con uno o varios caballos al cliente. Estos ejercicios pueden servir como diagnóstico o como inspiración. Sebastián recibe una soga y la tarea de traer a la yegua al centro de del pasto para iniciar. Él no tiene miedo, ni del caballo ni de la escena, y se acerca con determinación. La yegua se aleja un poco. Sebastián recoge un poco de pasto y se lo ofrece, pero Kiseki se da la vuelta y se aleja más. 

Cuando Sebastián la persigue, Kiseki se va al lado opuesto del campo con un trote suelto y liviano. Sebastián se voltea hacia mi riéndose y exclama: “¡Esa yegua no me quiere!” Se podría tomar esta frase como el hilo temático, pero no tengo tiempo para reaccionar porque Sebastián no se da por vencido fácilmente.  Despacio y con más precaución se acerca nuevamente, escondiendo la soga detrás de su espalda. La yegua está pastando, pero le observa con mucha cautela, su oreja clavada en el hombre. Sebastián sabe que no la puede sorprender y no lo intenta. Se acerca con calma hacia la yegua, la acaricia en la espalda, en la barriga, en el cuello, y con un movimiento bien coordinado intenta pasar la soga por su cuello. 

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Kiseki, con un tiempo de reacción superior, parte en el mismo instante, como cohete, con la cola hecha una bandera de rebelión. Sebastián deja escapar un respiro de decepción y recoge la soga. No pregunta nada, ni voltea a verme, entonces decido no interrumpir. Con la soga en sus manos parte nuevamente, siguiendo a Kiseki al otro lado del pasto donde se queda pastando junto a la manada. Es allí donde empezó la sesión hace pocos minutos. Es como volver al inicio.

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Esta vez, Sebastián se acerca y luego se queda, sin comentario, observándola desde una distancia de pocos metros. No sabemos que está pensando. Se queda allí un buen rato, estático, sin moverse. Los caballos están pastando sin prestarle atención, al parecer no pasa absolutamente nada. 

En estos momentos es difícil esperar. Es el miedo al tiempo desperdiciado, es la costumbre de querer enseñar, el deseo errado de obtener un rol de protagonista en el proceso de otro. También es la impaciencia. En total han pasado unos siete minutos. Una eternidad. A veces me descubro deseando que el caballo se acerque. Como si eso sí fuera un detalle especial, algo para contar. A veces si pasa, y me pregunto si pasó por mi deseo o de manera espontánea. La verdad es que es mejor no pensar nada. También es difícil no molestar, ya que un movimiento o un ruido puede cambiar el enfoque del proceso y distraer al caballo o al hombre. Durante estos trabajos el universo se detiene. Pareciera que los ruidos de nuestro alrededor se alejaran o que bajaran en volumen.

En este momento el hombre con su soga y la yegua son el centro de mi universo y requieren toda mi atención y concentración. No tengo que hacer nada y tampoco puedo hacer otra cosa.

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De repente y sin estímulo externo Sebastián se dirige nuevamente a la yegua, y en un movimiento lleno de gracia Kiseki levanta y acerca su cabeza, se deja colocar la jáquima y con la soga floja le sigue sin titubear al centro del campo. La tensión en el aire se disuelve. Se siente paz. 

Kiseki está parada junto a Sebastián, con la cabeza baja, los ojos suaves y lamiéndose el hocico. Sonriendo miro a Sebastián y le pregunto cómo le fue. Con su voz casi quebrando me dice: “Eso me costó harto”. El hombre juega con la crin de la yegua, dejando resbalar los dedos entre los pelos con delicadeza. Sus ojos están mojados. “Gracias” dice en voz baja.

Se lo dice a la yegua y luego me abraza. Puedo sentir la autenticidad de este gesto. No conozco a este hombre y no sé nada de su vida, pero sé que Sebastián hace diez minutos atrás era otro. ¿Y ahora qué? No pasó nada espectacular, ¿verdad? Le costó diez minutos para atrapar a la yegua rebelde, dice la persona desconectada que no sintió nada de lo esencial. 

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Y sí, lo sé, yo me llevo poca información, no tengo idea de que pensó Sebastián o de que pasó en su interior. A mí me parece que este hombre logró conectarse con la armonía del universo. Quizás lo logró a través de la ternura, o quizás a través de la humildad. Quizás aprendió algo sobre empatía o a controlar el miedo al fracaso. No lo sé, y no importa. A veces las palabras solo diluyen la grandiosidad del momento.    

Relatos de la manada por Christina Marz

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Las demás historias se tratan de una sesión en familia, de sesion es grupales, sesiones de yoga, constelaciones familiares, del rol especial del caballo en la terapia de trauma, y otros más.

Está disponible en Amazon para el Kindle, y también como libro «normal».

Haz clic aquí para llegar a mi página de autora y ver lo qu etengo que ofrecer. Ojalá me dejes una reseña! 

 

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